domingo, 25 de enero de 2009

La caricia de Dios

Y me preguntaba por la existencia de Dios, si en realidad existe o es una mas de las creaciones de nuestros miedos, si ser ateo o creer por miedo.

Y fue entonces ese día, es día gris donde me preguntaba si tantos problemas valían las pena vivirlos, es día lleno de dudas, lleno de miedo, ese día lleno de melancolía, de dolor y de angustia, es día que cada vez que cierras tus ojos sientes como una lagrima quiere salir de ellos, es día donde esta vivo por que sientes tu corazón latir, por que tus pulmones toman aire por que así lo deben hacer, ese día donde vives por que tu cuerpo camina en medio de la gente como una nada, ese día donde sentir era mas difícil.

Ese día donde no quería sentir nada, ese día en el cual cerré mis ojos con toda la fuerza para no llorar una vez mas, ese día en el que solo pude abrir la ventana del micro donde iba, para tratar de sentirme mejor, ese día donde no mire hacia fuera, ese día, donde con mis ojos cerrados sentí el viento en mi rostro.

Ese día, ese día al abrir la ventana, al sentir el viento en mi cara sentí lo que nunca había sentido, sentía que caí al infinito y que mi cuerpo desnudo era de un momento a otro atrapado por unas manos inmensas, por las manos de Dios, en ese momento escuche sin palabras que Dios me decía “Llora, llora” y como un niño pequeño, solo solté mi ojos y sin abrirlos sentí como mi rostro se mojaba con mis lagrimas y sentía como la mano de Dios me acariciaba, sentía como ese día las manos de Dios me recordaban las de mi padre, me recordaba cuando de pequeño mi padre me consentía, en ese momento me sentí un niño, y solo pude decirle a Dios “Por favor no me sueltes, no me dejes caer, no me dejes solo, te necesito mucho”.

Dios no dijo nada, solo me acariciaba, en ese pequeño instante, con mis ojos cerrados, con mi rostro empapado, sentía la paz más grande del mundo, la paz que solo Dios, en el que tanto he duda, me mostró su existencia de la forma más sencilla. Ahora, cuando estoy triste, solo busco la caricia de Dios, solo busco la brisa, que toque mi cara y para mi, es como si Dios me estuviera diciendo “Estoy contigo”.

Solo le pido perdón a Dios por la tantas veces que he peleado con él y le doy gracias, por las tantas veces que me a perdonado, pero le doy gracias ante todo por haberme dejado estar en sus manos esa noche en la cual la vida no valía la pena, donde por fin llegue a mi casa y como muchas noches atrás no lo hacia, simplemente llegue y dormí como un niño.

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