domingo, 23 de agosto de 2009

El Dolor es solo un ensayo de la muerte.

El Dolor es solo un ensayo de la muerte.

El paraíso es escuchar, el miedo es un ladrón al que no guardo rencor y el dolor es un ensayo de la muerte”. Así reza una de las canciones de uno de mis cantantes favoritos, así se marca en mi mente el recuerdo de una persona que hoy ya no nos acompaña mas, así evoco momentos de mi pasado donde gracias a Dios pude compartir pequeños momentos de risa, lagrimas, pero ante todo sabiduría.

La semana pasada su luz dejo de brillar en este mundo, la semana el cielo se oscureció y lloro su partida, la semana pasada sobre esas nubes grises brilla un hermoso sol dándole la bienvenida a su nueva casa, a sus nuevos amigos y viejos conocidos, la semana pasada un cáncer contra el que lucho varios años gano la pelea.

Fue una persona que me enseño que a pesar de las adversidades se puede ser fuerte y digno, que a pesar de su estado siempre tenía una sonrisa en la cara y algo que decirme para hacerme reír, y si bien cuando la visita era para darle compañía y hacerla sentir mejor, ella era la que parecía visitándome a mí, dándome alegría, enseñándome que aunque la vida te patee duro y aunque a veces te caigas es bueno seguir luchando, que aunque tu enfermedad sea grave se puede seguir viviendo y que tenerla no tiene que ser sinónimo de tristeza y de sentimientos de auto comprensión, ni que la gente te tiene que mirar con pesar, al contrario, la vida sigue y los ánimos son los que nos ayuda a poderla soportar.

Durante este tiempo no solo tuvo que soportar mucho tiempo con su enfermedad, también con los dolores y malestares que la misma droga producía, durante mucho tiempo soporto un catéter que iba desde su pecho hasta su hígado, una maravilla de la ciencia para aplicar drogas, pero aun así doloroso, durante ese tiempo soporto un accidente de tránsito que la dejo en silla de ruedas durante casi un mes, y aun así, seguía tratando de llevar una vida útil, cocinando y tratando de llevar una vida lo más normal posible, durante ese tiempo me enseño que el dolor se lleva por dentro, pero que no tenemos que hacer que el resto de la gente sienta lastima de nosotros, durante este tiempo aprendí a ver una mujer fuerte, tal vez la más fuerte que conocí, soportar el dolor de su enfermedad con una dignidad increíble.

Si bien por cosas de mi orgullo, que como siempre no deja nada, me aleje un poco de ella los últimos meses, distancia que no me permitió estar con ella los últimos días, orgullo que no me permitió despedirme de ella, con una sonrisa, con un abrazo, como siempre lo hacíamos, si bien no estuve con ella al final, estuve en su última despedida, confieso, sentí mucho dolor de verla partir, de ver la figura de una mujer feliz y verraca en una cajita convertida en ceniza, ¿pero que somos si no eso?. Ahí estuve, despidiéndola y tal ella me vio, donde estuviera y el solo hecho de estar ahí, me hizo sentir mejor, saber que por fin estaba descansando y al lado de Dios haciéndolo “Cagarse de la risa” como ella misma lo decía, ahí debe estar, con sus dichos y costumbre.

Hoy solo puedo decir, gracias Doña Nelly por enseñarme tantas cosas, por darme más sabiduría, pero ante todo, gracias por todos los momentos que me hizo reír, por todos los momentos que me permitió llorar con Usted, por cada instante que disfrutamos juntos en los cuales me permitió perderme en medio de sus risas y bellos momentos, gracias por dejarme entrar en su vida, gracias por ser tan linda, ser tan fuerte y enseñarme tanto.

En Memoria de Doña Nelly Londoño – Que En Paz Descanse

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